Sonatas para flauta, ¡qué gran comienzo! (Tardor Cultural de Vilafamés'11)

Marc Hantaï

Mentiría si dijera que no estaba ansioso. Asistir, un año más, a esa pequeña gran joya musical llamada Tardor Cultural de Vilafamés, es algo que alegra el alma. Esa grata sensación, se engrandeció al saber que uno de los flautistas más reconocidos de Europa, uno de aquellos músicos que gozan de un particular don, un genio que domina a la perfección el arte de la interpretación, sería el primero en actuar. Hablo de Marc Hantaï, quien se encargó de inaugurar este festival que siempre logra cautivar.
Es curioso el poder que se esconde tras la música. Sin quererlo ni beberlo, es capaz de evocarnos épocas pasadas, ponernos en actitud positiva, llenarnos de nostalgia, aliviar nuestras emociones... Tal es su influencia en nuestro estado de ánimo que no podemos dejarla a un lado, es vital. Por esa razón, la Tardor Cultural de Vilafamés es tan especial. Cuida con sumo detalle, con mucho mimo, cada concierto. Elige con exquisito gusto a sus intérpretes y estos no defraudan. En el caso de Marc Hantaï y la clave Maude Gratton, decir que, a pesar de su aparente seriedad, ofrecieron un concierto magistral. El dominio de la flauta barroca de Hantaï es digno de las mayores alabanzas posibles. A mí, particularmente, me dejó perplejo, en el mejor sentido de la palabra. Vivir para ver y ver para creer. Presenciamos el arte de todo un maestro.

el repertorio
El dúo que se encargó de trasladarnos al siglo XVIII alemán, interpretó un programa que dejó bien clara la enorme calidad de este festival. Escuchar a Johann Sebastian Bach siempre es un placer. Me consta, por lo que comentaron muchos de los espectadores al término del concierto, que su Sonata en mi menor para flauta y continuo emocionó, y bastante. Cierto es que la música del patriarca de la extensa familia Bach es única en su especie. Todas sus obras rozan la perfección --si es que no son la perfección musical en sí misma--. Hantaï estuvo a la altura de las circunstancias y con ese sonido afable saliente de su flauta nos embelesó. Era de esperar. La fama de Hantaï, junto a la perfecta armonía de ese compositor sin parangón como fue J. S. Bach, debía atraparnos. Sí o sí.
Con igual precisión y complicidad, Hantaï y Gratton continuaron seduciendo al público con las sonatas de Johann Christian Bach y Carl Friedich Abel. A pesar de que la pieza de J. S. Bach resultaba mucho más sólidamente construida, las composiciones de la joven generación formada por J. C. Bach y Abel son dignas herederas de esa tradición musical de la Alemania dieciochesca. Todas las sonatas que pudimos escuchar en este concierto son verdaderamente excepcionales.
Durante todo el concierto tuvimos la oportunidad de ser partícipes en toda esta complejidad musical, en esas atmósferas cambiantes propias de esa época fascinante, repletas de mucha dulzura y emoción. La sala del Golafre, como muchos ya la llaman, ese espacio del Palau del Batlle de Vilafamés presidido por la obra de Joan Miró, fue testigo, una vez más, de la grandeza de un certamen que esperemos dure eternamente. La Tardor Cultural forma parte del patrimonio histórico-artístico de la provincia de Castellón y, me atrevería decir, de España. Desde las revistas especializadas más prestigiosas de hacen eco de la actividad que se lleva a cabo en este delicioso rincón de nuestra geografía por estas fechas de octubre. El hecho de que una personalidad como Marc Hantaï haya participado y demostrado su técnica, es algo que no debe dejarnos indiferentes. Bajo el influjo de la familia Bach --Johann Sebastian y Johann Christian-- y de Carl Friedich Abel, saboreamos ese primer plato del menú otoñal que la Tardor Cultural ha propuesto para este año.

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