Aquellos vulnerables con un gran sentido crítico (reseña literaria)
A medida que vamos madurando adquirimos --o eso se supone-- cierto rigor intelectual por el que nos regimos. Digamos, en tono un tanto más coloquial, que cada uno de nosotros va conformando, poco a poco, una manera de pensar propia que se ve influenciada por diversos factores, como puedan serlo las lecturas, la música, la enseñanza, el cine… Con ojos de búho observamos y absorbemos todo aquello que nos produce curiosidad, que nos agrada y con lo que nos encontramos a gusto. Es así como nos creamos un espíritu crítico sobre todo lo que acontece a nuestro alrededor. Y, como podrán suponer, existen tantas visiones como personas hay en el mundo. Normalmente, tendemos a creer que nuestro modo de pensar es único y prácticamente incomprensible para el resto de nuestros semejantes. Quízá por esa razón, cuando nos topamos con alguien que coincida en más de un aspecto, nos sorprendamos. Eso es lo que me ocurrió la primera vez que leí Humanismo y crítica democrática de Edward W. Said. El pensador palestino, uno de los más importantes del siglo XX, comprometido con su tiempo, fue una auténtica revelación. Al leer los pasajes de su obra pensé que no me encontraba solo en el mundo. Había más gente que opinara igual que yo. A partir de ese instante, creé un vínculo especial con el autor de Orientalismo. Ganador del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en el año 2002, por desgracia nos dejó al año siguiente. El profesor Said, sin embargo, nos legó escritos de exquisita calidad como Representaciones del intelectual. La editorial Debate recuperó los derechos de esta obra escrita en 1994 --y que editó Paidós en su momento--, completando así la serie de ediciones en torno a la figura de Said. En este libro, Edward Said parte de la idea clásica del intelectual como francotirador, perturbador del status quo, un desmitificador obligado a la soledad del juicio ante el empuje de los medios de comunicación que moldean la opinión pública mundial. El intelectual, sostiene Said, deberá ser el encargado de descubrir tal manipulación. Resumiendo, el escritor y ensayista cree que la principal misión del intelectual consiste en defender la independencia de criterio, algo difícil al vernos sometidos a una sociedad de consumo que va a más. Para más inri, para llevar a cabo tal empresa, cabe la posibilidad de vivir como marginados o exiliados. Aún con todo, creo firmemente en que la falta de sentido crítico y la banalidad deben ser combatidas para no hacernos más vulnerables, si cabe, frente a los “manda más”.
Comentarios
Y no, yo siempre me he negado rotundamente, aún sabiendo que me tacharían de rara, de antisocial...pero me es indiferente, creo que no hay nada mejor en el mundo que llegar a esa intelectualidad que te hace critica, que te da tantos momentos buenos, aunque corras el riesgo de vivir marginada o exiliada.
Un claro ejemplo es cuando dices que te gusta la música clásica, que disfrutas de ella y la gente te mira como un bicho raro, ¿pero señores, les cuesta tanto llegar a entender la música clásica como uno de los estilos musicales más bellos y puros que ha creado el ser humano? parece que si y eso es lo que me hace verlos a ellos como auténticos bichos raros.
Inés dixit