Narración irónica y reflexiva sobre una patria perdida (reseña literaria)

Witold Gombrowicz quizá sea uno de los escritores vanguardistas más interesantes y extraños del siglo XX junto a Joyce y Kafka. La primera vez que oí hablar de él fue durante un curso en el que hacían referencia a su gran obra maestra, Ferdydurke. Pocos meses más tarde, volvería a surgir el nombre de este polaco singular en unas lecturas recomendadas que me hicieron en la universidad. Yo, por aquel entonces, ya era un fan declarado de este aventurero e inmigrante que partió hacia la Argentina, donde iba tan solo de paso y en la que finalmente vivió 24 años. Su teórica inmadurez y la etiqueta de escritor europeo post-nietzscheano, fueron algunas de las características que marcaron su obra, de carácter liberal e individualista y repleta de una imaginación fascinante. Es lógico pensar, pues, que durante un viaje que realicé en mi periodo vacacional a Polonia, sintiera la necesidad de adquirir una de sus obras. En Cracovia, en una pequeña librería del centro encontré una auténtica joya. Sentí cierto cosquilleo al comprarla. El libro en cuestión es Trans-Atlántico --que publicó Anagrama con traducción de Sergio Pitol y Kazimierz Piekarek, y reeditó Seix Barral--, escrito entre 1948 y 1950, durante sus horas de trabajo en el Banco Polaco de Buenos Aires --uno de los varios empleos que tuvo--. Cargada de la ironía y la sátira propia del maestro argentino-polaco, esta narración es un retrato del país natal del escritor desde la perspectiva que obtuvo el propio Gombrowicz en su exilio en las tierras del gaucho. Trans-Atlántico es un mundo relatado con gran viveza. Y es que Gombrowicz quiso otorgar cierta alegría, multicolor y estímulo a su tierra, aún sin ser merecedora de tales descripciones. La lectura de esta obra nos descubre una crítica muy peculiar a modo de divertimento, en los que el absurdo y el drama se entremezclan, sobre la situación polaca de la época. Como el propio Gombrowicz señala en el prólogo de la obra: “la obra es, entre otras cosas, también una sátira, y también un intenso ajuste de cuentas…, no con una Polonia en particular, entendámonos, sino con aquella Polonia creada por las condiciones de su existencia histórica y por su dislocación en el mundo (o sea, con la Polonia débil)”. Lo que pretendía era, sin duda alguna, hacer un alto en el camino y reflexionar sobre su patria. Desahogarse. Literatura sutil, penetrante y feroz. Gombrowicz es uno de los personajes más sorprendentes e inclasificables de la literatura universal del siglo XX.

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