A day in the life of a curator (artículo de prensa)

Obra del artista francés de origen armenio Melik Ohanian

El nuevo panorama artístico, además de caracterizarse por una mayor autonomía del artista y del concepto/significado que éste le da a su obra, dispone de un personaje que ha ido transformando a lo largo de los años su “modus operandi”. Esta persona es la encargada de aquello que podríamos denominar: el ideario expositivo; la figura encargada de imaginar, cohesionar y decidir el cómo y el porqué de una exposición. Hablamos del comisario o, también llamado a nivel internacional, curator.
A raíz del seminario que ofreció el Espai d’Art Contemporani la pasada semana --Les possibilitat de l’exposició--, bajo la coordinación de Neus Miró, quisiera hablar del papel que desempeñan, en la actualidad, algunos de estos creadores/críticos en la sombra para comprender, un poco mejor, todo ese imaginario colectivo que rodea a la contemporaneidad del arte. Así, lo primero que diré es que existen infinitos modos de ver una exposición --su contenido, ubicación y difusión--. Ahí radica, probablemente, su magia. Si todas y cada una de las exhibiciones que uno visitara fueran planteadas del mismo modo perdería totalmente su gracia y su valor. No valdría la pena, al menos eso creo yo, entrar a los museos, a las salas de arte, a las galerías... porque, pese a que el contenido fuera distinto, el formato no nos ofrecería ninguna sorpresa.

REVISIONISMO
El arte actual necesita de un revisionismo constante, y por ello observamos atentos, hoy, cómo muchos de los comisarios rompen por completo la linealidad expositiva para ofrecernos una abstracción que acompañe a la obra expuesta. Se acabaron las cuatro paredes blancas en las que una obra permanece quieta, casi sin diálogo con el espectador. Ahora, los curators crean un ensayo visual para una modernidad singular, como es la nuestra. Somos testigos del nacimiento de nuevas realidades expositivas, en las que priman las instalaciones pensadas específicamente para cada ocasión y creen una atmósfera propicia que otorgue mayor contenido (o, simplemente un contenido añadido que apoye a la pieza visible del artista) a la obra de arte.

DIVERSIDAD
Algunos comisarios pretenden huir de la tematización de las exposiciones, es decir, intentan evitar que los artistas que expongan en una colectiva, por ejemplo, no sigan necesariamente una misma estética de trabajo. Aún con todo, resulta complicado no encontrar ciertas similitudes; si no en la forma si en el contenido. Otros comisarios pretenden crear un lugar donde el arte sea más cercano al público. Dicho de otro modo, una formación cultural de dominio público donde exista un nuevo espacio discursivo. Esta clase de curators buscan, o eso parece, popularizar los nuevos formatos expositivos para que la gente no tenga miedo de las nuevas vanguardias. Para ello trabajan, por encima de todo, en la autonomía del espacio para que el público pueda interrelacionar con las obras. El problema, si lo hay, radica, en este caso, en que no todos los artistas trabajan de esta forma. Este detalle me resulta particularmente curioso y de los más inquietante porque, ¿cómo trabaja el artista con el comisario de turno? Difícil saberlo. Sin embargo, algunos comisarios no dudan en decir que son “los basureros psicológicos de los artistas”. Una afirmación bastante dura pero que no creo ande del todo desencaminada. En este sentido, la figura del comisario actuaría como portavoz multifocal de todas las incertidumbres del artista a la hora de exponer su obra. Para ello pueden servirse, como hacen, de ciertos recursos críticos en los que existe una dialéctica embrujada. Solo así logran una escenografía adecuada para la obra y el artista. Este comisario es el que ve cada exposición como un escenario, de modo que adopta sin quererlo un papel de dramaturgo que intenta por todos los medios descontextualizar la obra. ¿Por qué? Pues para lograr una mayor atención del espectador. Digamos, de una forma un tanto más sencilla, que aquello que buscan es captar la mirada del público a través de la incertidumbre. ¿Y cómo lograr ese efecto? Algunos comisarios optan por estructurar una exposición en la que las obras no compartan el espacio pero si el tiempo.

NUEVAS PROPUESTAS
Un ejemplo claro es el que propuso Guillaume Desanges en la muestra Pick Up. Desanges --quien por cierto fue uno de los ponentes del seminario del EACC-- planteó una exhibición a oscuras, en la que se iluminaba a lo largo de un tiempo controlado cada obra, de modo que el espectador observa cada pieza de forma individual. El comisario francés potenció el efecto ilusionista del arte para conferirle un aspecto extraordinario y exótico. La modificación de los parámetros espacio-tiempo es, pues, una de las formas actuales que tienen los curators para montar sus exposiciones.
Un aspecto que también creo fundamental en la labor del comisario, son las nuevas prácticas de organización de cada proyecto creando espacios no solo por los que transitar, sino también en los que permanecer, que potencien el deseo de conocer del público. Todo esto lo consiguen trabajando en proyectos editoriales, tanto en la web como impresos. Dicho de otro modo, el comisario adopta la función de divulgador del arte. Por esa razón, algunos de los proyectos que intentan llevar a cabo no se materializan de forma expositiva, aunque quedan inmortalizados en alguna que otra publicación (de modo que estaríamos hablando de una exposición no expositiva).
Finalmente, quisiera remarcar que la figura del comisario es arriesgada porque es él quien apuesta por un determinado arte o un determinado artista. No cabe duda de que un día en la vida de un comisario (A day in a life of the curator) debe conllevar todo tipo de aventuras.

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