Dos cuestiones escurridizas en la vida de Vila-Matas (reseña literaria)

¿Saben aquella mítica oración que reza: “lo bueno si es breve, dos veces bueno”? En multitud de ocasiones nos creemos que por escribir más palabras, rellenar más páginas y publicar más libros, somos mejores narradores, mejores pensadores. Pero, hete aquí, que “no todo es oro lo que reluce”. Sin ir más lejos, esta misma semana me he dejado llevar por dos diminutas obras, dos exquisitas reflexiones que conforman, a la postre, una gran obra. Al menos, eso pienso yo. Quizá, y digo solo quizá, el hecho de ser admirador de un tal Enrique Vila-Matas me descubra ante ustedes. Puede que se “me vea el pelo” en este sentido, lo reconozco. Sin embargo, descubrir Ella era Hemingway y No soy Auster, dos textos que han sido publicados de forma conjunta por la editorial Alfabia, ha sido una experiencia más que satisfactoria. En ambos relatos descubrimos a un Vila-Matas más personal, más cercano al lector. Son dos reflexiones que el escritor catalán realiza en torno a dos hechos. Por un lado, observamos la incesante curiosidad que le caracteriza, ya que se pregunta a sí mismo la misteriosa falta de misterio de un cuento de Hemingway que García Márquez califica del mejor cuento jamás escrito. Por otro, Vila-Matas, amigo íntimo del narrador norteamericano Paul Auster, realiza una defensa del autor de Brooklyn Follies, al comprobar que actualmente se está criticando duramente a un autor que, recuerden, es uno de los pilares de la literatura norteamericana actual y una influencia en el resto de las letras.
Los dos relatos son dos sencillas reflexiones que nos transportan a la mente de un autor que ha creado un estilo único, en el que la metaliteratura y las amplias referencias culturales impregnan sus obras. Nadie duda, o eso espero, de la calidad de Vila-Matas. Columnista, articulista y, sobre todo novelista, las palabras del que escribiera Bartleby & Compañía o Doctor Pasavento o Dublinesca --por citar algunos ejemplos-- poseen una fuerza eléctrica, con un estilo refinado y una elegancia que encandila. ¿Edulcoro la realidad? Es probable. Aún con todo, recomiendo encarecidamente que lean ese diálogo interno de Vila-Matas, esos interrogantes que conforman Ella era Hemingway y No soy Auster. Como dije al principio, dos pequeñas grandes obritas. Todo un lujo que nos ofrece una editorial a seguir, como es ediciones Alfabia.

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