Ángeles y demonios (artículo de prensa)


Energía y pasión. Complicidad y una cercanía casi inusual. La brillantez de la Accademia del Piacere en el segundo concierto de la Tardor Cultural de Vilafamés dejó al público entusiasmado, entregado por completo a la magia de la viola da gama. Aplausos interminables que deseaban más y más. El éxito fue total, o esa es mi humilde opinión. La maestría de Fahmi Alqhai, la compenetración con su hermano Rami y con el clavecinista Alberto Martínez Molina y Miguel Rincón, a la tiorba y guitarra barroca, fue algo digno de admirar. La música de Marin Marais y Antoine Forqueray, el ángel y el diablo de la corte francesa del rey Sol, inundó el Museu d’Art Contemporani Vicente Aguilera Cerni de Vilafamés que mostró su mejor cara: un lleno total.
Sabía por María Martínez Belaire, la creadora de ese mundo mágico de la Tardor, que la Accademia del Piacere iba a dejarnos con la boca abierta. No se equivocó en absoluto. Incluso en los momentos más delicados del concierto, justo cuando a Rami se le rompió una de las cuerdas de su viola da gamba mientras tocaban una “chacona”, demostraron tener aquello que denominan algunos “savoir-faire”. Esta anécdota fue tan solo una pequeña pausa, una distracción nimia de lo que estábamos presenciando: la fuerza y vitalidad de unos músicos con mayúsculas.
En muchos momentos fuimos cómplices de la perfección interpretativa de un Fahmi Alqhai que está llamado a ser uno de los grandes --si no lo es ya-- intérpretes de nuestras fronteras y, porqué no decirlo, de Europa. Junto a él, su guardia de honor, encabezada por su hermano Rami, estuvo impecable. Todos y cada uno de los detalles que observamos con esos ojos aniñados de admiración, esa delicada y deliciosa compenetración fraternal, hizo que amara mucho más la música. Es lo que tiene ser un melómano ávido de nuevas experiencias.
Les violes du ciel et de l’enfer, o lo que es lo mismo, Marin Marais versus Antoine Forqueray, representan un auténtico descubrimiento musical por mi parte y, quizá, para muchos de los que asistimos al concierto en Vilafamés. En un momento de la actuación, Fahmi explicó que muchos músicos de la época estaban convencidos de que el sonido de la viola da gamba es el más cercano a la voz humana. Tras ver el sentimiento mostrado por los músicos en más de una ocasión, no me cabe duda de que esta afirmación es verdadera. El sonido, cercano, carnoso, angelical en ocasiones e irreverente en otras, nos hipnotizó por completo. Forqueray y Marais, Marais y Forqueray. Una eterna y deliciosa lucha musical que volvimos a sentir en la Tardor Cultural. Un programa virtuoso y, sobre todo, una mirada cómplice con el público. Dos ingredientes que solo se pueden saborear en festivales tan familiares y exquisitos como el de Vilafamés. Esto hay que fomentarlo más.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
fahmi y rami
respeto vuestra lucha y admiro
vuestra tenacidad ademas de valorar
vuestro trabajo continouo
de esta manera espero q llegueis mas lejos y q tengais el maximo exito y el mejor reconocimiento

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