When we were intellectuals

Contra el tiempo y la realidad. Ilustración de Martin Tognola

Cuando éramos intelectuales es una ambiciosa obra que recorre el siglo XX a través de los pensadores franceses (de Zola a Gide, de Sartre a Camus) involucrados en política. Michel Winock, el autor de esta obra, da por extinta a aquella raza. Esos seres que interpretaban la realidad e intentaban dilucidar los entresijos del pensamiento ya no existe, al menos no con tanta representación como en la centuria pasada. Quizá, el hecho de vivir en una época marcada por dos guerras mundiales, el desarrollo nuclear, el avance de la tecnología o la presión mediática, fuera el detonante perfecto para el surgimiento de estas rara avis que se devanaban los sesos para comprender qué acontecía en el mundo. Muchos creen que estos personajes, al igual que los pensadores griegos, son hombres y mujeres que gozan de una vida acomodada y de una disponibilidad total para ocuparse de aquello que no le importa a la mayoría. Sin embargo, cada una de las reflexiones surgidas de sus sesos dio lugar a una obra literaria o a una corriente filosófica. Gracias a ese legado, que recordemos no hace sino interpretar los porqués, cómo, cuándo y dónde de nuestras vidas, sabemos algo más de la tan complicada condición humana. Cierto es que el intelectual clásico --por etiquetarlo de algún modo-- parece obsoleto. 
Las universidades, esos lugares donde mayor espíritu crítico debería formarse, pierden cada vez más su estatus como pilar único de la reflexión y la investigación. Todo se devalúa, por desgracia. Además, debemos ser muy conscientes del surgimiento de un poder que se acrecenta a pasos agigantados: internet. Hoy día todo el que quiera puede expresar su opinión, crear sus propias conjeturas, debatir sobre tal o cual aspecto, dialogar... Parece irónico que en el siglo XXI se hable de la extinción del intelectual clásico y se abogue por el nacimiento de una nueva "raza" de personas que puedan interpretar ese "papel", puesto que, tal y como dijo el pensador italiano Antonio Gramsci hace ya casi un siglo, "tutti gli uomini sono intelletualli" (todos los hombres son intelectuales). Parece que Gramsci ya lo sabía, lo que me lleva a pensar en algo que siempre me da vueltas en la cabeza: realmente no evolucionamos como creemos. El entorno de nuestras vidas varía, el contexto es diverso, pero la esencia del ser humano, lo que nos conforma como personas y nos permite vivir en sociedad, nuestras actitudes frente a las situaciones que nos encontramos, siempre son las mismas. Ese eterno retorno nietzcheneano parece ser que es cierto. Yo, como siempre, ya sospecho de todo. 

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