El arte y nuestro entorno (artículo de prensa)

Roman Ondák. ‘Loop’, 2009. Vista de la instalación del pabellón de la República Checa y Eslovaquia en la 53 Bienal de Venecia.

Entre los acontecimientos políticos y culturales, entre lo cotidiano y lo cosmopolita, la caricatura y la crítica, los sueños y la realidad más injusta y cruda, se encuentra el arte, aunque algunos lo duden. El escritor Eduardo Lago dijo una vez que “para afrontar la vida, cuando es difícil y en los momentos de esplendor, disponemos del arte”. Así, inmersos como estamos en una época de cambios de credo, de conceptos y, cómo no, de cambios climáticos, no resulta extraño que muchos se sirvan del arte como un modo de responsabilizarse de los problemas medioambientales que existen e intenten concienciar a la sociedad con sus obras. Aún con todo, escuchar en una misma frase las palabras ecología, sostenibilidad y arte, nos produce cierta sorpresa. Sabemos que hoy día prima el arte como idea, como acción. Sabemos también que esos comportamientos que se están llevando a cabo para reducir el dióxido de carbono de nuestra atmósfera y evitar, así, el tan temible “efecto invernadero”, son cada vez más numerosos. Existen multitud de campañas de sostenibilidad en las que se dan cita conferencias y actividades divulgativas realizadas por expertos en la materia. El arte, como elemento cohesionador que es de nuestra conciencia social, no puede dejar de lado estas acciones de responsabilización. En este sentido, cabe destacar el surgimiento de nuevas voces teóricas y artísticas como Maja y Reuben Fowkes, Flavia Vivacqua y el colectivo Fallen Fruit, que analizan opciones que desde el arte, y desde fuera del arte, contribuyan, al menos, a que nos replanteemos nuestros modos de hacer. En Castellón, por ejemplo, ya somos conscientes de la importancia que reside en la preservación de nuestro entorno. Un ejemplo de actividad artística que entremezcla los parámetros del reciclaje y la racionalización del gasto es, sin duda alguna, la Bienal d’Art del Rebuig que promueve la Fundación Isonomía. Esta cita artística tan atípica se realiza para hacer hincapié en valores como el respeto por el medioambiente. La integración de lo estético y lo cultural, lo educativo y lo lúdico, se dan la mano.

NUEVA SENSIBILIDAD

Por otro lado, existe una nueva sensibilidad con respecto al uso de materiales e, incluso, en dónde exponer. En el campo del arte, la preocupación por la ecología ya no parece una actitud vanguardista. Sin embargo, y esto es mi más sincera opinión, el resurgir de lo ecológico, esa moda de “ser un ejemplo de sostenibilidad”, tiene sus inconvenientes y el algo engañoso, ya que, como dicen Maja y Reuben Fowkes, “el capitalismo, escondido en su nuevo disfraz de verde, ha demostrado, una vez más, su extraordinaria capacidad para absorber las ideas y la energía de sus oponentes, que ya han sido alistados para contribuir a la creación de nuevos mercados para los productos ecológicos y lucrativas eficiencias económicas”. Con el arte “ecológico”, digamos que se podría dar el mismo caso --en realidad con cualquier tipo de arte--. Y es que, por desgracia, y tomando unas palabras que un Nobel de Literatura como Saul Bellow le escribiera a otro Nobel como Mario Vargas Llosa, “tampoco se trata de cantar las alabanzas del arte y quienes lo practican; sino más bien de dar la más amplia consideración de que tanto física como espiritualmente los artistas dependen de la política, pese a estar por encima de ella”. El norteamericano se refería a que el ámbito político, queramos o no, lo controla todo. Pero bueno, eso es otro cantar.

Otra cuestión que también deberíamos mencionar es la importancia que ha adquirido el medio rural en el mundo del arte. Aunque no se lo crean este es un tema que se ha convertido en más que atractivo para las instituciones de arte en toda Europa. Por citar una de las más importantes, tenemos el proyecto Campo adentro que puso en marcha este año el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en el que colabora la galería castellonense Coll Blanc, situada en el Mas de Tomás, en Culla. Esta iniciativa trata sobre territorios, geopolítica, cultura e identidad en las relaciones campo-ciudad en España, hoy. Lo rural está perfectamente alineado con lo ecológico y la sostenibilidad. Así, con el objetivo de ensayar una estrategia cultural en favor de lo rural, a lo largo de tres años (2010-2013) se desarrollará un proyecto que provee una plataforma abierta para la investigación y la práctica de artistas, agricultores, intelectuales, agentes de desarrollo rural, gobernantes, comisarios y críticos de arte... Este debate, al igual que el de la crisis ambiental o la transformación del paisaje goza cada vez más de creadores que, a través de su experimentación artística, intentan analizar las posibles amenazas y oportunidades que podemos vivir para mejorar, o no, nuestro entorno.

'LAND ART'

Muchos de los artistas que desarrollan este tipo de trabajo “natural” se incluyen en un movimiento o tendencia del arte contemporáneo surgido en la década de los 60 en EEUU denominado Land Art. Utilizando el marco y los materiales de la naturaleza crean sus piezas. Generalmente, las obras se encuentran en el exterior, expuestas a los elementos, y sometidas a la erosión natural; así pues, estamos también ante un arte efímero cuya principal pretensión es la de reflejar la relación entre el ser humano y la tierra, es decir, hacernos ver la importancia del medio ambiente, expresando al mismo tiempo el dolor por ver cómo el clima y el entorno se deterioran poco a poco.

Como ven, en este caso, el arte sirve como una interpretación perfecta de unas de las cuestiones que hoy día nos preocupan más. El arte establece un diálogo, expone delante del espectador un mundo que requiere de este para su comprensión. El arte nos ayuda a redescubrir nuestro hábitat, el lugar donde vivimos.